Contemplemos y aprendamos

Domingo de la Sagrada Familia

Este fin de semana, en medio de la Octava de Navidad, nos encontramos con la Solemnidad de la Sagrada Familia. Para nosotros los cristianos no existe mejor familia y más modélica que la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, José y María, formado por un matrimonio que dejó a un lado sus proyectos personales, sus necesidades personales, sus necesidades, para donarse totalmente al plan de salvación de Dios: María, con su «Si» al ángel, y José, casto y justo, que decidió por propia voluntad asumir la misión de ser padre, en este mundo, del Hijo de Dios.

Ya por esas dos entregas personales, María y Jo´se son especiales y modélicos para nosotros como cristianos, pues cuçanto más si encima Cristo, Dios y Hombre, se coloca en el centro de estos dos esposos entregados a la voluntad de Dios. Para ellos no tuvo que ser nada fácil: dudas, sentimientos de impotencia, superación constante y, para colmo, cargar con la incomprensión y el rechazo de sus vecinos y de los poderosos de aquellos tiempos. ¿Qué pasaría por sus mentes y su corazón? Muchísimas cosas, pero de seguro que, a pesar de todo eso, su corazón estaría firme en la voluntad de Dios. Eso mismo es lo que vemos en Jesucristo, que, educado como hombre po José y María, tuvo que afrontar muchas vicisitudes, pero siempre con confianza extrema en Dios, su Padre.

En estos días de Navidad deberíamos contemplar y aprender de esta familia tan especial a ser obedientes a la voluntad de Dios, aunque suponga renuncias y sacrificios, porque claramente vemos en ellos que no hay mejor proyecto personal/familiar que el proyecto que Dios tienen pensado para cada uno de nosotros.

En este Domingo de la Sagrada Familia os invitamos a pedir por la institución familiar, especialmente por los vínculos, porque, si estos fallan, cae todo lo demás. Si verdaderamente no hay amor puro, convencido y libre, no puede sobrevivir un compromiso; sin respeto y comprensión, no puede haber unión; sin donación y entrega generosa, no puede darsela Vida, etc. Pidamos por las familias que especialmente lo pasan mal: por problemas económicos o laborales, por problemas personales, por la pérdida de seres queridos, por los que tienen que vivir distanciados, por los que…

Pidamos por las familias de nuestra Comunidad Cristiana para que estén abiertos a la misión que hoy la Iglesia les pide de dar testimonio de que el amor de Dios encarnado en el amor humano todo lo puede, que, cuando una familia coloca a Dios en el centro, ese vínculo va más allá de lo humano sacando de cada uno du sus miembros no lo bueno, sino lo mejor. Que las familias cristianas sean escudo en nuestra sociedad frente a aquellas corrientes egoístas, acomodadas, hedonistas y superficiales que destruyen los cimientos de la persona y de esta institución tan querida por Dios.

Y pidamos por la Iglesia, por nuestras Parroquias, para que seamos capaces de acompañar a las familias cristianas, de ofrecerles lo mejor que tenemos que es Dios, Camino, Verdad y Vida; que seamos eso mismo, otra familia donde exista comprensión y no separación, donde exista el perdón y no el rechazo, donde se mire más allá de la debilidad y encontrarnos con la fuerza del amor humano reflejo del Amor divino.

 

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