CORONA DE ADVIENTO

Celebremos el Adviento en Familia

La tradición iniciada por la Iglesia Católica, conocida como “Corona de Adviento”: Es uno de los signos más expresivos del Adviento. Ella expresa la alegría propia de este tiempo de espera. Está confeccionada con ramas verdes. En la Corona se colocan cuatro cirios que pueden ser de colores vistosos o morados (el tercero rosa).

En los hogares cristianos el encender semana tras semana las velas es una preparación para la Natividad, recordando a los creyentes la venida de Jesús, la Luz del Mundo. La luz más el color verde de la Corona significa la vida y la esperanza. La Corona de Adviento, es pues, un símbolo de que la luz y la vida (símbolos del Señor Jesús) triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. 

Bendición de la Corona de Adviento 

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

Reunidos en torno a la Corona, algún miembro de la familia dice: 

Como señal de que queremos celebrar el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, en Navidad, vamos a pedirle a Dios Padre que bendiga esta Corona de Adviento que hemos preparado, y así, al ir encendiendo cada semana una vela, intentemos ser más fieles a nuestro compromiso cristiano, realizado ya desde nuestro bautismo, teniendo como modelo a la Virgen María, y así hacer posible que también en nuestra familia se haga presente Jesús, Hijo de Dios. 

Padre Bueno, todo se hace santo con tu palabra. Te pedimos hoy reunidos en tu amor que nos bendigas y que bendigas esta Corona, para que seamos capaces de prepararnos a recibir a Jesús, atentos a su llamada y dispuestos a salir a su encuentro. Y así logremos, en este adviento, hacer de nuestra familia un nuevo Belén donde brille la luz infinita de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. 

Primer Domingo de Adviento

“Velad y estad preparados”

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

Para que el camino que hoy iniciamos nos conduzca a un verdadero encuentro con Jesús, hemos de permanecer atentos a los que el Señor nos pide por medio de su Palabra: “Velad, pues, y estad preparados, porque no sabéis cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja sus casa y encomienda a quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velad, pues no sabéis a qué hora va a regresar el dueño de la casa. Permaneced alerta”. 

(Se enciende la primera vela) 

Señor, ya se acerca la Navidad y casi en todas partes se anuncian y promueven las compras, los detalles, los adornos de temporada y esas cosas que a veces podrían adormecer nuestra conciencia y distraer nuestra atención hacia lo superficial, si caer en la cuenta de que los principal es mantenernos alerta, cuidando los dones que Tú nos has confiado. Encendemos esta luz para decirte que de manera especial queremos velar por mantener encendido en nosotros el don de la fe, pues con ella saldremos a tu encuentro. Amén

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Todos: TE ESPERAMOS, 

¡VEN SEÑOR, JESUS!

Segundo Domingo de Adviento

“Preparad el camino del Señor”

(Se reúnen todos y  se enciende la vela del domingo anterior) 

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

Hemos visto que si queremos un verdadero encuentro con Dios, hemos de permanecer en vela, para no perder la luz de la fe. Esta misma actitud nos lleva a buscar a Jesús de la mejor manera, como nos lo pide el mismo Dios. Escuchemos su palabra: “Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”.

(Se enciende la segunda vela) 

http://delegaciondecatequesiszaragoza.files.wordpress.com/2011/11/18-vela-camina1.jpg?w=700&h=Señor, en un mundo de masas como el nuestro, hemos hecho un desierto de esta vida, al hacer con frecuencia, de la moda, el trabajo, las conversaciones y la vida familiar, caminos falsos y sendas torcidas. Hoy encendemos esta vela, porque hemos aprendido que hoy nos llamas preparar nuestra vida, para conducirnos y conducir a otros hacia  ti.  Señor, despierta en nosotros el deseo de velar y preparar la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia. Amén. 

Todos: TE ESPERAMOS, 

¡VEN SEÑOR, JESUS!

El Señor nos bendiga, nos 

guarde de todo mal y nos 

lleve a la vida eterna. Amén. 

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Tercer Domingo de Adviento

“Celebremos la venida del Señor”

(Se reúnen todos y se enciende las velas de los domingos anteriores)

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

Durante las semanas anteriores hemos experimentado que si queremos reconocer a Jesús cuando venga, hemos de velar para que nuestra fe se mantenga encendida y además preparar nuestra vida, de modo que ella misma se convierta en camino seguro para el encuentro con Él. Sin embargo, Padre Bueno, ante nosotros hay un mundo frío y oscuro, donde la alegría se está haciendo artificial, pues muchas veces se basa en realidades que pronto acaban. ¡Haznos escuchar tu voz!: “Isabel dijo: Feliz tú porque has creído que de todas maneras se cumplirán las promesas del Señor, Y dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu celebra jubiloso en Dios mi Salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”. 

(Se enciende la tercera vela) 

Gracias por todos tus dones, Señor! Gracias por el gran ejemplo que nos das en la Virgen María. Ella es modelo de fe vivida y con ella nos dices que la mejor manera de esperarte es reconociendo tus dones y sirviendo con alegría a nuestros hermanos necesitados. Despierta en nosotros el deseo de velar, de preparar y celebrar la venida de Cristo con la práctica de las buenas obras de misericordia 

Todos: TE ESPERAMOS, 

¡VEN SEÑOR, JESUS!

El Señor nos bendiga, nos 

guarde de todo mal y nos 

lleve a la vida eterna. Amén. 

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Cuarto Domingo de Adviento

“Perseveremos en el camino del Señor”

(Se reúnen todos y  se enciende las velas de los domingos anteriores)

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

En las tres semanas anteriores, hemos reflexionado sobre lo importante que es velar, preparar y celebrar con júbilo que el Señor ha prometido venir a nuestras vidas. ¿Esto es ya un camino seguro? Escuchamos la Palabra del Señor: “Por siempre cantaré el amor del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor me ha dicho: Mi amor es para siempre y mi lealtad más firme que los cielos”. 

(Se enciende la cuarta vela). 

Señor al encender esta cuarta vela, lo hacemos conscientes de que no basta con haber iniciado el camino. Las actitudes de velar, preparar y celebrar que has hecho surgir en nosotros al ser conscientes de la bondad de tus promesas, podrían apagarse con el paso del tiempo. Así sucede a veces con nuestro propósitos, nuestros compromisos e incluso con la vivencia del amor familiar. Queremos tener actitudes que duren por siempre, queremos perseverar. Despierta en nosotros el deseo de velar, de preparar, de celebrar y de perseverar en la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia. Amén. 

Todos: TE ESPERAMOS, 

¡VEN SEÑOR, JESUS!

El Señor nos bendiga, nos 

guarde de todo mal y nos 

lleve a la vida eterna. Amén. 

Celebremos la Navidad en Familia

La Navidad es la fiesta de la alegría porque es la fiesta de la fe que se hace vida. Sobre la base de la Encarnación de Dios, la Navidad es igualmente la fiesta de la familia y de la amistad. Así “Todo regalo debe ser en el fondo un símbolo del único gran regalo, en que Dios entregó a su Hijo por la salvación del mundo (1 Jn 4, 9s)”. 

Dentro de la familia, vivir la Navidad en cristiano significa, por ejemplo, el “volcarse”  unos con otros en costumbres que vale la pena mantener o recuperar: el belén, el árbol, los villancicos; alguna comida más especial, conversaciones y paseos familiares, atención particular a los más pequeños, a los ancianos y a los enfermos; gestos concretos de desprendimiento personal, por parte de todos los miembros de la familia, a favor de quienes, ahí afuera, no tienen nada.

http://2.bp.blogspot.com/-DQj3T49pxbE/TtL5JI2jUfI/AAAAAAAAAiY/8cv-J-F0J8s/s1600/navidad+en+familia.jpgLa venida de Jesús y la Navidad nos afecta siempre de manera irrepetible, porque “cristiano” quiere decir continuador, como signo e instrumento, de la misión de Cristo, ungido por su Espíritu. Y por eso, la Navidad es a la vez la fiesta de la fe que se comunica, también en y por las familias.

 

BENDICIÓN DEL BELÉN FAMILIAR

Reunida la familia, uno de los padres dice:

P./ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R./ Amén

P./ Durante estos días contemplaremos frecuentemente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos pues a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad.

(Uno de los miembros de la familia lee un texto de la Sagrada Escritura.)

P./ Escuchad ahora, hermanos, las palabras del Santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 4-7a):

En aquellos días José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor.

R./ Gloria a Ti, Señor.

(Uno de los padres dirige las siguientes peticiones.)

P./ Ahora que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios, que quiso ser también hijo de una familia humana. Digámosle: 

R./ Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.

P./ Oh Jesús, tú que quisiste someterte a la voluntad de María y José, enséñanos el respeto y la obediencia hacia quienes dirigen esta familia.

R./ Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.

P./ Tú, que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la concordia.

R./ Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.

P./ Tú, que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea muy amado.

R./ Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.

P./ Tú, que has acogido en tu gloria a María y a José, te pedimos por nuestros familiares difuntos, para que celebren estas fiestas de Navidad junto a Ti en el Cielo.

R./ Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.

(La madre o el padre rezan la oración de bendición del belén.)

P./ Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a los miembros de nuestra familia aquí presentes, para que las imágenes de este Belén nos ayuden a profundizar en la fe a los adultos y a los niños. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R./ Amén

P./ Cristo, el Señor, que se ha aparecido en la tierra y ha querido convivir con los hombres nos bendiga y nos guarde en su amor.

R./ Amén.

BENDICIÓN DE LA MESA EN NAVIDAD (I)

Antes de la cena o comida de Navidad, se encienden las velas de la corona de los domingos anteriores.

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

En esta noche memorable, todo nos dice que algo especial está sucediendo. Algo del cielo se respira en esta tierra, los villancicos pregonan el cumplimiento de las profecías. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. 

Evangelio según San Lucas 2, 8-12. 

http://delegaciondecatequesiszaragoza.files.wordpress.com/2011/11/21-vela-navidad1.jpg “Estaban velando en aquellos contornos unos pastores, y haciendo vela de noche sobre su rebaño, cuando de pronto un ángel del Señor apareció junto a ellos, y los envolvió con su resplandor una luz divina; lo cual los llenó de sumo temor. Les dijo entonces el ángel: No tengáis miedo, pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo, y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esta es la señal: encontraréis un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre”.

Hoy, Nochebuena, vamos a encender este cirio en medio de la mesa para que su luz nos haga pensar en Cristo, cuyo nacimiento celebramos este día. 

(El más joven enciende el cirio)

Señor, en muchas casas y a estas horas, estamos reunidos para comer en familia, recordando la Buena Noticia: “Hoy en Belén, os ha nacido el Salvador, el Mesías, El Señor”. Por eso hoy, Señor, te damos gracias, por hacerte Palabra y Carne para todos.

Te pedimos que bendigas a esta familia que, se reúne para celebrar tu presencia junto a la llamada que nos haces a nacer siempre de nuevo.

Bendice esta mesa, símbolo del compartir que tú quieres realizar con todos los seres humanos. Que ella sea signo de lo que deseamos que sea el mundo: una gran mesa y familia.

Bendice con tu paz nuestro mundo, y visita a todos los que te invocamos para que todos los días tu presencia sea luz en medio de las oscuridades del ser humano. 

Señor Jesús, que nuestra casa, te acoja en los más necesitados! ¡Que nuestra casa, Jesús, acoja tu Palabra! ¡Que sea la casa de todos! Tu eres y serás bien-venido, Señor, siempre a esta casa. Amén.

(Se enciende una vela blanca o dorada del centro de la corona.)

¡Gracias Señor! Hemos llegado al final del camino y nos damos cuenta que Tú mismo lo has construido. Es por la noche por lo que se permanece en vela a la luz de la fe. En ella no dices que a cada momento y en cada hermano nos das la oportunidad de preparar tu llegada. Esta noche es celebración porque en ella nos llega la Luz que no se apaga. Esta noche nos dice que vale la pena perseverar. Esta noche nos da una inmensa alegría y vuelve a resonar en nosotros esa verdad que llena nuestra vida; ¡Hoy ha nacido el Salvador! Tú eres el Dios con nosotros. 

Finalmente te pedimos que bendigas nuestra familia y a nuestros seres queridos ahora que nos disponemos a cenar (comer) en este día de tu Natividad. Que los alimentos que vamos a compartir nos recuerden que también debemos ser generosos con los más desfavorecidos de nuestro mundo. Amén

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