¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y por fuera te buscaba, y me lanzaba sobre las cosas hermosas creadas por Ti.
Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo.
“Tarde te amé, oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé”, dijo San Agustín, confesando así su gran amor a Cristo tras muchos años de búsqueda. Por eso el Papa Francisco se refirió a él como un hombre que “comete errores, toma también caminos equivocados, peca, es un pecador; pero no pierde la inquietud de la búsqueda espiritual. Y de este modo descubre que Dios le esperaba; más aún, que jamás había dejado de buscarle Él primero”. Por eso podríamos afirmar que este gran Santo se puede considerar patrón de «los que buscan a Dios”.
San Agustín de Hipona nació el 13 de noviembre en el año 354 en la ciudad de Tagaste, al norte de África. Hijo de Patricio y de Santa Mónica, quién, durante muchos años, lloró y rezó por la conversión de su esposo y de su hijo. El 28 de agosto del 430 enfermó y falleció. Su cuerpo fue enterrado Hipona, pero luego trasladado a Pavia, Italia.
Nuestra Comunidad felicita hoy a las Madres Agustinas Recoletas que viven entre nosotros en Requena, en su Convento de San José. A ellas les agradecemos su entrega en esta vocación tan particular como lo es la Vida Contemplativa que les lleva a vivir en clausura como signo externo de esa renuncia al mundo para vivir plenamente en Cristo con un solo corazón. Que el testimonio de este gran Santo y doctor de la Iglesia, junto a la Orden de los Agustinos, nos animen a abandonarnos por entero al amor de Cristo.