El pasado fin de semana recibimos en nuestro arciprestazgo a los seminaristas diocesanos. Os dejamos algunos testimonios del fin de semana.
TESTIMONIO DE LOS SEMINARISTAS
Para los seminaristas, las visitas arciprestales son la ocasión idónea para fiarnos del Señor y de su Iglesia. Cuando nos informaron de que íbamos a Requena, lo primero que pensamos fue en el frío, pero el Señor siempre sorprende, ya que ahora, cuando pienso en Requena, pienso en el calor del pueblo de Dios que allí peregrina. En este fin de semana he sentido el amor de la Iglesia hecha carne en los feligreses que me acogieron en su casa, siempre dispuestos y solícitos. El hecho de acoger a un persona que no conoces es una locura, pero esto solo cobra sentido cuando se hace en el nombre del Señor; siendo cristiano ya no hay extraños, la fraternidad universal del pueblo de Dios se concreta. En estos días he visto una comunidad madura y fuerte en la Fe, que se fía del Señor porque se ha encontrado con Él y quiere testimoniarlo con su vida en el día a día. La parroquia de Requena está viva, con muchas iniciativas pastorales, pero yo me quedo con lo más importante: tiene un solo corazón unido a Cristo. Rezo por vosotros, hermanos de Requena, para que Dios os fortalezca en la Fe y os dé ánimo.
IGNASI MIRALLES
Hola, me llamo Joan tengo 15 años, soy de Gandía y soy seminarista menor desde hace 5 años.
Este pasado fin de semana tuve la gracia de ir a Requena donde pude experimentar la vida y el día a día de este arciprestazgo. Me gustaría dar las gracias a la familia que me acogió.
Manolo y María, junto con sus hijos e hijas: Manolo, Nacho, Covadonga y Gimena. La verdad, es que este fin de semana me he sentido muy acogido y agradecido por todo lo que he recibido y espero haber sido de ayuda y de testimonio para todos los que me han escuchado.
Me llevo conmigo una bonita experiencia con la misa de los Juniors y con mi acogida, tanto en la parroquia como en la casa de Manolo y María. No voy a olvidar el poder haber vendimiado, haber ensayado los villancicos y haber podido estar en el oratorio con los niños de catequesis.
MUCHAS GRACIA POR TODO
TESTIMONIO DE LAS FAMILIAS
Compartir este fin de semana con un seminarista, Ignasi Miralles de 28 años, nos ha servido para tener un mayor conocimiento de la labor que se viene desarrollando en el seminario. Son niños y hombres con un gran corazón y con ganas de darse a los demás. Sin conocernos todo ha sido muy fácil, pues hemos puesto a Cristo en medio y ha sido Él el que nos ha guiado. Queremos dar las gracias a Dios por haberlo hecho posible.
JESÚS Y AMPARO
Andrey nos ha enseñado cómo el amor más grande está en los corazones más pequeños. Mi familia ha disfrutado con su historia vocacional y ha descubierto la esperanza que traen jóvenes como él. Pedimos al Señor por las vocaciones a la vida consagrada.
PEPE Y ELENA
En el año 2011 fuimos invitados por primera vez a participar de esta experiencia, no sin algunas dudas. Pero, en esta ocasión, dijimos sí a la primera. Acoger en nuestra casa a un seminarista es un privilegio. Es una experiencia corta, pero intensa. Por unos días nuestra casa se hace «Iglesia» y tenemos el placer de hablar y compartir sobre la vida, nuestros retos, nuestras metas, sobre la ilusión y necesidad de hacer presente a Dios en nuestra familia y en nuestra sociedad… Este año nos ha tocado en suerte a Javi Taberner de 41 años, que nos ha encantado. Nos ha tocado la fibra y por el que, desde hoy mismo, rezamos por él.
JAVI Y SUSANA
La promesa de que Dios no dejará de cuidar de su Iglesia la hemos vivido este fin de semana con la acogida de los seminaristas. Hemos vivido la ilusión de estos jóvenes por dedicar su vida al servicio de la Iglesia. En casa acogimos a Jaume Dencla, de 20 años. Ahora sentimos que la familia tiene un miembro más.
ANTONIO Y ANTONIA
Ha sido una experiencia intensa, pues no esperábamos la visita de un seminarista… pero nos tocó estar ahí como hace unos años, compartiendo cariño con quien está aprendiendo a tener que darlo todo. Es volver a la primitiva evangelización acogiendo en casa la Palabra y guardarla para vivirla.
FERNANDO Y FINA
Ha sido la primera vez que acogíamos a un seminarista. En este caso se trata de Alejandro de 14 años y la experiencia ha sido muy enriquecedora. Hemos aprendido mucho de él y de cómo es su día a día en el seminario. Nos contó cuándo descubrió su vocación y pudimos conocer cuáles son sus aficiones e inquietudes. Ha sido corta pero intensa y esperamos repetirla en un futuro.
CARLOS Y MARIBEL
La experiencia de acoger un seminarista en casa ha sido muy gratificante. La verdad es que en el momento en que nos encontrábamos nos era difícil atenderle al 100%, pero es verdad que pudimos libremente dejarlo todo y servirle lo mejor que podíamos, sobre todo, con alegría. Ha sido una gran experiencia porque no viene de nosotros, sino de Dios. También hay que decir que tuvimos la suerte de que el seminarista que nos tocó, Fernando Fayos de 30 años, era un conocido, con lo cual doble alegría. Repetiríamos las veces que hagan falta. Gracias.
MIGUEL ÁNGEL Y CLARA
Este fin de semana hemos tenido el gran placer de acoger en nuestra casa a un joven seminarista. En todos los miembros de nuestra familia había una sensación de nervios y emoción a la vez. Para nosotros fue una agradable sorpresa comprobar que eran jóvenes de todas las edades. Esta experiencia ha sido muy positiva y enriquecedora. Hemos conocido de primera mano cómo un joven se decide a ingresar en el seminario, qué es lo que le impulsa y qué le anima a tomar esta decisión tan importante. Tuvimos en casa a un joven de 13 años, Miquel Plà de Gandía, serio y educado, y que inmediatamente pasó a ser uno más de nosotros.
CARLOS Y MARÍA JOSÉ
Tener a un seminarista en casa este fin de semana, en nuestro caso Joan Plà de 15 años, ha sido una experiencia muy enriquecedora y una gran ayuda espiritual para toda la familia, ya que nos ayuda a recordar que debemos estar siempre muy atentos para saber qué quiere Dios de cada uno, rezar para que tus planes coincidan con los Suyos y ¡ser valiente para aceptarlo!
MANOLO Y MARÍA
La visita de un seminarista, José Gabriel de19 años, representó la acogida en nuestra familia de un miembro más. Se convirtió, en tan poco tiempo, en un nieto para nosotros, en un hijo para nuestros hijos y en un hermano para nuestros nietos. Dado su gran corazón, pudimos disfrutar de unas tertulias muy gratificantes. Nosotros le preguntamos muchas cosas y él a nosotros para conocernos mejor. Hubo anécdotas, risas, confidencias,… y después solicitudes de amistad en Instagram. Gracias, Señor, por esta experiencia.
JULIO Y ELENA