«¡Guau!»

¡Esta interjección es la traducción española de la palabra inglesa «wow», término que se utiliza para expresar admiración o entusiasmo. Pensemos por un instante en cuántas ocasiones podríamos utilizar esta expresión. Tal vez no serán situaciones cotidianas o actividades a las que estamos acostumbrados, se tratarían de momentos o acontecimientos que nos sacan de lo rutinario, que no es «lo de siempre». Pero pensemos también si este «¡Guau!» lo podríamos aplicar a nuestra vida comunitaria… Probablemente no, tristemente no, más cuando la experiencia misma de tener Fe ya es para asombrarse.

Pensemos por un instante en los escaparates o tiendas de nuestro entorno, ¿en cuáles nos fijamos más? ¿En las que siempre están igual o en las que van cambiando? En los que cambian en tal manera que van causando expectación y aunque no vayamos a comprar nada nos paramos a ver qué han puesto. Por supuesto que nosotros no somos un comercio, pero no por ello no debemos renovarnos y adaptarnos a la forma de sentir y de expresarse nuestro alrededor, sin perder ni un ápice de la exigencia evangélica.

Vivimos en una sociedad en la que el «¡guau!» importa. Cierto es que nosotros no nos movemos por lo que diga la gente, pero no olvidemos que nuestra fe la vivimos en medio del mundo y somos parte de él; y que el Señor se valía de los acontecimientos cotidianos para evangelizar y crear expectación, conseguía que un simple acontecimiento como el sembrar o hechos tan negativos como que un hijo se alejara del hogar y malgastara la herencia se convirtiesen en un gran «!guau!». Es decir, Cristo no anunciaba un Evangelio desencarnado y utópico, sino un Evangelio que daba respuesta e iluminaba la vida diaria de aquellas gentes y de tantos y tantos que a lo largo de los siglos han seguido a Cristo enseñándoles a ver la vida con otros ojos y contemplar cómo la vida nos habla y nos muestra la presencia misma de Dios.

En la misión de la Evangelización, a la que nuestra Comunidad también está llamada, tenemos que contar con nuestro entorno y mostrar el Evangelio encarnado en nuestro hoy utilizando los medios que nuestra sociedad pone a nuestro alcance y teniendo en cuenta, como señalaba anteriormente, la sensibilidad del hombre de nuestro tiempo. Por ello, el Papa Francisco en su Exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» nos dice: «Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina».

Sin embargo, nos empeñamos en mantener lo de siempre, tal vez por comodidad, tal vez por miedo a salir de lo seguro, de lo acostumbrado o tal vez porque no queremos complicarnos, pero no olvidemos que lo importante no son las formas, sino el Evangelio que hay que comunicar con esas formas, las cuales, como decía, se deben adaptar, con creatividad y respeto, a nuestro hoy. Jesús tuvo muchos enfrentamientos porque los judíos pensaban que Él quería destruir la religión, que venía con cosas nuevas que no tenían nada que ver con su fe. El mismo Jesús recuerda que Él no había venido a abolir nada, sino a perfeccionar y a llevar a plenitud. La creatividad del Evangelio es arriesgada, pero siempre vale la pena, porque el Espíritu es el que realmente dirige esta historia.

VUESTRO PÁRROCO

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